lunes, 14 de octubre de 2013

El problema de Venezuela es uno: el venezolano.

Cortesía de noticiasvenezolanas.com.ve

El día de ayer, 13 de octubre, Maickel Melamed corrió cerca de 17 horas en el maratón de Chicago, ello a pesar de ser el último corredor, de un clima muy seguramente frío y de un fuerte dolor de cadera producto de la fatiga. En los pocos minutos que estuve viendo en vivo la hazaña de este campeón y valuarte venezolano, llamó mucho mi atención la asidua presencia de otros venezolanos quienes con banderas, silbidos y pitos, aupaban a Maickel en la parte final de su recorrido. Más aún, llamó mi atención cual balde de agua helada, las opiniones que emitiera una señora venezolana y residente en Chicago, al momento de ser entrevistada por el equipo que acompañaba a Maickel, lo cual parafraseado y palabras más, palabras menos, daba el siguiente resultado:

"Encantada de estar aquí acompañándolo, compartiendo su hazaña, orgullosa de mi país y sin importar que nosotras [refiriéndose a su acompañante] si estamos bien..."

"...nosotras si estamos bien"

Creo que no es muy difícil inferir que quiso dar a entender la "señora" al hacer esta impertinente aclaratoria.

Dando un salto cuántico en cuanto a las situaciones, el mismo día de ayer tuve la desdicha de vivir pequeños episodios de la tan desdeñable y desechable "idiosincracia" de otros compatriotas venezolanos mientras realizaba actividades recreativas propias de un día domingo. Ya nisiquiera la visita a un sitio de paz y tranquilidad, al santuario natural por excelencia de la ciudad de Caracas como lo es el Cerro El Ávila (llamado por capricho de los boliburgueses 'Waraira Repano' en un intento trasnochado por rescatar valores de la población más desatendida por la actual administración: los indígenas), asegura que podrás escapar así sea unas horas, de las cantidades írritas de miasma y porquería que traen los venezolanos de hoy en día en la cabeza. Exactamente la misma conducta que ves en, por poner sólo un ejemplo, un supermercado, en donde definitivamente rige más el egoísmo que la verdadera necesidad a la hora de adquirir un producto considerado escaso por la ineficiencia de los aparatos productivos del país, potenciados con la evidente y confesa corrupción gubernamental; exactamente el mismo patrón de ruindad, de no querer que otro acceda de igual forma a lo que todos tenemos derecho, de, como se dice en la calle: "darle un chance a los demás", de caerle a coñazos a quien sea por una lata de leche, sin importar si es un anciano o una mujer en estado; EXACTAMENTE la misma mierda la puedes encontrar... tratando de comprar un jugo de tomate en la casa de un guardaparques en el mencionado parque recreativo, todo por el capricho de una bandada de imbéciles que ese día decidieron subir a "chuchear" y a privar a todos los demás de probar el jugo insigne de los guardaparques. 

Esta mañana en el metro, vi con desdén y cierto asco como una tipa se agarraba a arañazos con un tukki que no la dejaba salir del vagón. Para mi sorpresa, el tukki le devolvía los golpes. Ni aún el hecho de ser mujer atenuaba la agresión por parte del malandrito que revestido de perfume barato de dirigía a la sucursal del banco donde seguro trabaja. La guinda sobre el pastel? La otra gente presenciado el dantesco espectáculo de descomposición social, se reía a carcajadas, mientras mi expresión y la unos pocos, no podía ser más enjuta y mortificada.

"Nosotras si estamos bien", decía la señora en Chicago, refiriéndose a las limitaciones físicas de Maickel.

No. Maickel esta bien. De hecho, Maickel esta mejor que una inmensa mayoría de los venezolanos. Sus limitaciones, si es que se le puede decir limitado a un ser humano capaz de correr 42 kilómetros, son sólo físicas. Y el venezolano en general, está mal, muy mal. Principal pero no exclusivamente, por sufrir de limitaciones de tipo mental. Y esto no es algo propio de los auto denominados "chavistas". Es algo absolutamente genérico.

Maickel gano, y seguirá ganando. Maickel es un ejemplo de lo que ya no somos. Digno ejemplo, un ejemplar ser humano, de los que poco quedan.

Cupo Cadivi, pelear por comida, falta de bolas, complicidad y silencio ante un estado absurdo de impunidad y corruptela, falta de criterio para elegir gobernantes.. Pero todo se soluciona con la temporada de béisbol, las utilidades y las reservas en un hotel de Margarita. Delincuentes gobernando para delincuentes, una profunda e insalvable brecha entre los nuevos ricos y el resto de los mortales, delincuencia mórbida y con un crecimiento... Pero no importa, "los de la cuarta también robaban".

José Vicente Rangel Avalos posa junto a hijos de la patria, hijos de Chávez 

Me permito corregir a la señora del comentario durante la carrera de Maickel: Aquí, en este país, mi país, nadie esta bien. Y al menos  estar descontento e infeliz en esa mierda, habla muy bien de mi sanidad mental.

Sin mierdas de este calibre, el pais y el mundo serian un lugar mejor... Son maracuchos, vale acotar...