Las victorias de mierda huelen a gloria
Las derrotas siempre huelen a mierda
El muerto no lo sabía. Sepultado bajo sus propias ruinas, delirando a consecuencia de su tan mentado y ya menguado apoyo por parte Pedro Pueblo, a quién ahora tilda de traidor cegato. El muerto ha empezado a descomponerse. Y vaya que necesitan que lo embalsamen, por que la pudrición, el hedor a basura y a descomposición de carnes en mal estado, puede llegar a confundirse. ¿Qué huele a mierda? Revísese su culo señor, que aún tiene el manchón en los pantalones.
¿Quién lo mató? Eso si que fue una premonición: se mató el mismo, a punta de incapacidad y torpeza.
Ambulante como un zombie, su tufo pega hasta en las narices de quienes lo apoyan. No hay credulidad ante las muestras de narcisismo y soberbia que el muerto puede dar. Pero, ¿de que puede jactarse un muerto cuando ha perdido mas que la propia vida, su misma humanidad? Así es, el muerto está por debajo de la calaña de las mismas hienas y zamuros, animales que comen mierda y carroña sólo por necesidad. No es sino unas rastrera y arrastrada (valga la redundancia) cucaracha, que inmunda se desplaza por el piso, pidiendo a gritos la sangre y el enfrentamiento. Y es que cuando los muertos quedan dando patadas, como los ahogados que por inconciencia lastiman a quienes tratan de salvarlo, es cuando se vuelve más peligroso.
Las victorias de mierda no existen. Mas bien existen las derrotas de mierda, derrotas sobre la mierda, derrotas sobre las imposiciones, derrotas sobre los ideales rancios y apestosos que han fracasado de manera irrefutable a lo largo de la historia de nuestra humanidad.
¿Qué ganando también se pierde? Excusa de los perdedores, Señor Muerto, cuyo lastimado ego no los deja asimilar que están hundidos en el fango. Nadie gana perdiendo. Se gana es ganando. Y en la cancha, no en los vestidores y soltando sapos por la boca.
¿Qué no quiere una victoria pírrica? Díselo a los equipos de su tan mentado béisbol que ganan juegos aún estando debajo por cinco carreras y con dos outs en la pizarra, y aún así pueden voltear un juego para proclamarse campeones. Por una o por dos carreras, quedan campeones.
¿Qué es el primer inning? Lo sentimos pero este juego no es a nueve entradas.
¿Qué los que no participaron fueron los suyos? ¿Y es que acaso su gente desconfiaba en el árbitro?
Y además, Señor Esbirro, ¿tu eres mago acaso para saber que todos esos tres millones eran de los tuyos? O seguramente te lo dijo uno de los tantos espiritistas baratos provenientes de la antilla que tanto amas y que son tus consejeros en las inmundicias que tratas de hacer. Pero no es así, quienes nos opusimos, lo hicimos mas por convicción moral que por confianza en el señor arbitro, claramente arrodillado a tus voluntades. Y adivina que? Somos los mismos que hace un año te dimos el voto de confianza
Que humillación tan grande, y encima te autoflagelas. Aún debes tener la carne viva por ver a tu misma prole demarcándose de ti. Tu hija, que culpa tiene ella de tener por padre a un muerto que encima presenta patologías mentales.
No quieres a Pedro Pueblo, en el fondo sabes que lo odias, Mr. Muerto, que estás sediento de ver correr la sangre de los que eran tus hermanos para ir a regocijarte sobre ella, usándola como excusa para tu totalitarismo de mierda.
Es más, sí es una victoria de mierda, porque mierda es lo que este muerto de pantalón y corbata ve en el pueblo. Pero de lo que ÉL no se da ni se dará cuenta, es que en él, la gente mas que un muerto, también ve mierda, y la huele. Dios te tome confesado, y a él rezaremos mucho para que no te mande al foso caliente con tu mejor consejero, quien tampoco creo que te quiera recibir
Eres una alma en pena, buscando asustar a Pedro Pueblo, buscando la batalla, sembrando endógenamente el odio y la discriminación. Tu verbo de guerra ha calado. Pero adivina muerto. Las descomposiciones no se detienen, y quedarás parado sobre tu misma ruina, sobre tu misma inmundicia, sobre tus mismos huesos.
No me digas pitiyanqui, porque yo me parto mi orgulloso culo trabajando, y el genocida del norte, par tuyo, no me ha dado nada. No me digas lacayo, porque a ti no te debo ni te deberé nunca nada. No hables de amor, que con tu tufo y tu sermón de odio separatista me alejaste hasta de mi familia. No me digas imperialista, que mi único imperio son mis ideas y mi criterio, que claramente no puede confiar en alguien cuya pestilencia es evidente. No me digas oligarca, que en mi vida conoceré la mitad de los países que tu has visitado con el dinero de Pedro Pueblo, disfrazado de líder. No me digas traidor, que a quien no traiciono es a mi país.
Lograste engañarme, así como engañas a muchos Pedro Pueblo aún, adosándote en perfume caro y agradable, y hasta te vi bonito, y creí en ti, celebré por ti, mas nunca junto a ti. Y mas temprano que tarde, hasta las mas finas fragancias conjugadas en halos de amor, terminan cayéndose, sacando a relucir lo inmundo de quienes las llevan como carnada de oficio.
Eres estiércol. Aunque disculpa, tu no te recatas, y yo tampoco: eres mierda.
Ojalá alguín día leyeras esto, hijo de puta